sábado, 11 de abril de 2015

TRADICIONES PERDIDAS I: LA RESURRECCIÓN DE CRISTO, UN ENCUENTRO Y UNOS PETARDOS


Hace pocos días, salía en la prensa que la celebración del día de Resurreción en el pueblo vecino de Cúllar Vega  era declarada como Fiesta de  Interés Tradicional y Cultural (http://www.ideal.es/semanasantagranada/201504/02/procesion-petardos-cullar-vega-20150402140443.html). Esta noticia me llenaba de alegría pero a la vez de nostalgia, y sería la que abriría la veda para decidir hacer una "sección" en este blog, para rememorar las tradiciones perdidas de Churriana de la Vega.
Como les decía me llenaba de alegría, porque en los tiempos que corren que una fiesta de carácter religioso tenga esta distinción, es cuanto menos un logro y porque dicha celebración es de un pueblo granadino. Pero era invetitable, que la tristeza y el recuerdo me invadieran por lo que les voy a contar.
Hasta no hace mucho, el domingo de Resurreción se celebraba en Churriana de la Vega de igual manera, con alegria, mezclada con el sonido ensordecedor de petardos y una procesión que por desgracia se ha perdido de unos pocos años ahora.

UNOS ROBOS DE MACETAS Y LA PROCESIÓN DE LOS PETARDOS

Permítanme contarle la historia en primera persona.  Recuerdo que el sábado de Gloria nos reuníamos los amiguetes, para ir a robar macetas, una tradición muy churrianera. Todos en el pueblo sabían de dicha tradición, o se lo recordábamos a nuestras familias, pues casa que tuviera a la vista macetas en patios o ventanas, seguramente serían "saqueadas" para ponerle flores a las personas que nos gustaban. Era un juego de niños, los amigos nos reuníamos y quedábamos para ir a coger alguna que otra maceta y así cumplir la tradición. Al llegar a casa mi madre estaba en la tarea de liarme con cinta aislante  negra los petardos que al día siguiente tiraría en la procesión de Resurrección. Era un trabajo, no solo peligroso sino muy laborioso , pues uno a uno y con toda la tranquilidad del mundo, mi madre sacaba los petardos y los liaba para que al día siguiente al explosionarlos hicieran mucho más ruido.


Es curioso el miedo que me daban los de mecha, que aparentemente eran menos peligrosos que estos.  Como decía, tras el robo de las macetas, tocaba la cena y a dormir para levantarme el día siguiente a las 8.30 de la mañana. Al llegar a la habitación mi madre me tenía todo el "uniforme" preparado para que no me pasara nada. Unos vaqueros viejos, muy importante que fueran anchos y que no se me pegaran a la piel pues me decía mi madre que si los llevabas mas ajustados, al darte los chinos te harían daño y te señalarían; una sudadera también vieja y ancha; un pañuelo, para cuando estabas metido en la polvareda  no tosieras y bueno, también para protegerte los labios y los dientes de posibles chinadas; unas gafas de sol, con el mismo fin de lo anterior, los chinos y una gorra. No se me olvida el calzado, es que me lo daba al día siguiente, eran unas botas de militar, con la suela resistente por si pisaba algún petardo sin querer el daño fuese menor, recordándome que si lo pisaba por gusto que fuese con el talón, ¡ cómo pesaban las botas! pues además tenían unas puntas de acero. Venancio el vaquero por dentro de la bota y así estarás más seguro, ya sabes hijo por lo que pueda pasar, me decía.
Era curioso que al llegar a mi habitación, no estaba a gusto, era una mezcla de nervios por la que se avecinaba al día siguiente, pero también porque mi madre estaba liando mis petardos. Esa noche era difícil dormir bien, por si le pasaba algo, por si había un petardo defectuoso, por si apretaba uno más de la cuenta, por si, por si... solo podía dormir cuando bajaba y estaban todos liados y mi madre la pobre dormida en el sofá.

UNA PROCESIÓN LLENA DE RUIDO, HUMO Y UN ENCUENTRO DE JESUCRISTO RESUCITADO Y SU MADRE

Domingo de Resurrección, no hacía falta reloj, alguien había empezado a tirar petardos y te llamaban a la celebración, a desayunar y a la procesión: Venancio hijo, ten cuidaico, recuerda que los petardos se tiran al suelo y no contra las paredes de las casas, y al tirarlos que se alejado de ti, para que no te salten las chinas, últimas indicaciones de mi madre.
El pueblo estaba dividido por un lado, los del barrio bajo, mi barrio de siempre, podemos decir que los que vivían de la carretera principal hacia la Vega y por otro lado los que vivían de la carretera hacía la ermita. Los primeros nos reuníamos en la plaza de la Iglesia, y esperábamos impacientes a que cuatro personas en unas pequeñas andas sacaran de la iglesia a la Virgen del Mar. Los segundos esperaban en la plaza de la Ermita, a que con igual número de "costaleros" y mismas andas sacaran la imagen de Cristo Resucitado.
A las 10:00 de la mañana comenzaba el repique de las campanas de ambos templos a sonar simultáneamente, Cristo iba a mostrarse a su Madre, y la Madre iba a recibir a su Hijo Resucitado. No hacían falta cortejos, no precisábamos del humo del incienso, no necesitábamos banda, pues ¿qué mejor cortejo que todos/as los/as churrianeros/as, que mejor humo y que mejor marcha que el de nuestro petardos?
El lugar del encuentro la plaza Nueva, por un lado de la plaza el Hijo, por el contrario la Madre y en el centro de la misma ambos se hacían el saludo, se hacían la reverencia, y allí todos/as nos juntábamos para que dicho encuentro fuera apoteósico.

Ahora tocaba volver a casa, ahora los dos juntos, y todos/as juntos/as los llevábamos a la Iglesia para  la misa de 12:00. La callé Rá (Real para quien no sea de aquí) era una nube de polvo y difícilmente veías ni donde pisabas ni por donde ibas (bendita mi madre que me puso el pañuelo y las botas). Nuevamente la locura de un pueblo estallaba literalmente en la plaza de la Iglesia, donde el sonido estridente se mezclaba con el de las tres campanas que repicaban sin cesar.
Se acabó la procesión y se acabaron los petardos. Ahora tocaba entrar a misa, y era durante la celebración de la Eucaristía cuando notabas que tu brazo de un momento a otro se iba a caer, pero daba igual pues estabas pensando en el año siguiente.

UNA TRADICIÓN YA PERDIDA

Cómo decía anteriormente por desgracia es una tradición que  como el humo de aquellos petardos ha desaparecido. ¿Cuál es la razón o la causa? Realmente pienso que la tradición se ha perdido por nuestra culpa, por culpa de los Churrianeros/as. Es cierto que desde hace unos años, se decidió que no saliera la Virgen del Mar (la cual está en la capilla de Ntro. Padre Jesús) y que el Resucitado saliese en un paso llevado por costaleros, algo que puede echarnos para atrás, pero no veo impedimento en tirar petardos aunque sea de otra forma diferente a como se hacía en antaño.
¿Acaso no se puede poner al resucitado y a la Virgen en unas andas y sacarlos hasta el dintel de la puerta de la iglesia y tirar los petardos en la plaza? Porque hasta donde a mi me consta no está prohibido tirar petardos, ni por parte de la Iglesia ni por parte del Consistorio. Sería diferente, sí, pero nuestra tradición seguiría vigente.

Ahora tengo que escribir como historiador del arte, y pienso que aunque reivindico que esta tradición debería estar vigente, aunque de otra manera  como es acabo de explicar. La razón en muy sencilla, LA VALÍA DE LA TALLA DEL CRISTO RESUCITADO. No hablamos de un Cristo actual, no hablamos de una imagen que estuviera protegida, tal cual íbamos quiénes participábamos en la celebración, hablamos del mejor Resucitado de Granada y provincia. Una joya escultórica del Maestro Alonso de Mena y aunque por supuesto las tradiciones hay que perpetuarlas y cuidarlas también en nuestra obligación hacer lo mismo con el patrimonio histórico-artístico.

Antes de acabar, quiero decir que por desgracia esta sección, Tradiciones Pérdidas, seguirá escribiéndose, con el fin de intentar recuperar alguna, y sino se puede que los que vienen detrás, hijos, primos, sobrinos, visitantes... conozcan nuestro pasado ya perdido.


Venancio Galán Cortés