Por eso cuando se me brindó la oportunidad de trabajar sobre este tema no lo dudé un instante. En la conferencia se hizo un repaso desde el principio de los tiempos hasta la actualidad, demostrando que el barro es el material más antiguo usado por el ser humano, algo que ya se ha comprobado científicamente, pero que podemos rastrear a partir de la escritura. ¿Para qué se ha usado? Para crear seres mágicos que los protegiesen, aquellos que veían como responsables de su existencia, los fenómenos meteorológicos, etc; para guarecerse, para comer, iluminarse, jugar, etc.
Granada ha sido, y sigue siendo una de las mejores escuelas de barristas de nuestro país. Creada a finales del siglo XVI, sus máximos exponentes serán los Hermanos García, responsables de crear unos modelos iconográficos que gozaron de mucha popularidad, fruto del conocimiento de la estampa. Tras ellos serán muchos los artistas que durante el barroco trabajen el barro: Diego y José de Mora, José Risueño, etc. No debemos olvidar otras personalidades cuyos trabajos en terracota son auténticas joyas, como Luisa Roldán o más conocida como la Roldana, la cual creó unos tipos iconográficos que bien pueden ser vistos como antecedentes del belenismo. Sus escenas en torno al la infancia de Cristo, nos acercan a este género tan arraigado en España. Será Francisco Salzillo, quien lo trabajará de manera extraordinaria, creando unas escenas llenas de expresión y dinamismo.
El siglo XIX, es el siglo del cambio en nuestra ciudad, cuando Granada se quiere modernizar rápidamente, y tuvieron lugar los destrozos en fachadas, la pérdida de iglesias, el embovedado del Darro, etc; pero también es el momento en que los gustos en la sociedad comienzan a cambiar, y los artistas tienen más libertad a la hora de crear. Dentro de esta estela nos encontramos con Blas Román, Manuel González Santos, Miguel Marín Torres, Antonio Marín Torres, José González Jiménez, Francisco Morales González, Antonio Jiménez Rada, Antonio de las Peñas León, etc. Es entonces cuando la religión pasará a un segundo plano y los artistas decidan adaptarse a las demandas sociales. Los nuevos modelos iconográficos mostrarán, las gentes y sus oficios, de por aquel entonces, amén de la producción de productos "tipycal spanish", toreros, gitanos, bandoleros y majas, que era la atracción para los viajantes de este momento. Durante este siglo, la producción barrista granadina será la más prolifera por la variedad de modelos iconográficos, de artistas que trabajan el barro y por el gusto y el coleccionismo de estas piezas.
No debemos olvidar, aunque en la gran mayoría de las veces se ve como causa de la decadencia de esta escuela, el papel tan importante que jugaran los belenistas. Podemos decir claramente y sin miedo a equivocarnos, que gracias a sus talleres familiares, donde se han formado muchos artistas, es por lo que hoy aquella escuela y su tradición siguen vigentes. Una muestra de ello lo tenemos en Jiménez - Mariscal, herederos del buen hacer y del conocimiento de su bisabuelo, el mencionado Jiménez Rada, un total desconocido por desgracia para la gran mayoría de los granadinos.
En el siglo XX y XXI el barro se utiliza, en menor medida como obra final, siendo el uso que se le da como boceto. Es cierto que existen muchos bocetos, perfectamente acabados de épocas anteriores, pero el paso del tiempo ha hecho que no valoremos las esculturas realizadas con este material lo suficiente y que las consideremos obras de segunda fila. Tengo que decirles que la delicadeza que presentan los modelos realizados por imagineros como Ángel Asenjo Fenoy, son exquisitos, dignos de estar expuestos en cualquier museo. Realmente, es ahí donde podemos con total claridad la formación de este artista, algo que unido al demiurgo del mismo, así como a la facilidad que presenta este tipo de material, hacen que el resultado sea maravilloso.
Poco a poco, vamos a intentar el potenciar las piezas realizadas en este soporte, pero también de darle el lugar que le corresponde a los artistas que desde el siglo XIX (por ser los menos estudiados, o los más incomprendidos) y hasta nuestros días, son los grandes olvidados.
Venancio Galán Cortés