martes, 26 de noviembre de 2013

UNA MÁQUINA CATEQUÉTICA DEL SIGLO XVII.

Retablo de San Justo y San Pastor, a la izquierda con el ciclo pictórico y la conversión de San Pablo en el Centro realizada por Pedro Atanasio Bocanegra, a la derecha el retablo relicario con el Cristo en la Cruz
En la conocida plaza de la universidad de Granada, existe una iglesia que en antaño perteneció a la orden de los Jesuitas, quienes la erigieron, esta iglesia hoy conocida bajo la advocación de San Justo y  San Pastor es una de las joyas de barroco granadino y aunque mucho puedo escribir sobre la misma, hoy me voy a limitar a escribir sobre su retablo mayor, un retablo el cual fue concebido como una auténtica máquina catequética y que tuvimos el privilegio de conocer  muy de cerca de la mano de un Grande de la Universidad de Granada, un experto en retablos y en escultura devocional, amén de otros campos del barroco y de otros periodos que también domina a la perfección, y no es otro que el Doctor Juan Jesús López Guadalupe, nuestro profesor en  el Máster de Historia del arte: conocimiento y tutela del patrimonio, en la asignatura   Metodología para el estudio de los retablos, y ya el viernes 25 de octubre de 2013 tuvimos la primera visita de campo, una visita para conocer in situ tres retablos barrocos de Granada, el mencionado, el de San Juan de Dios y el de San Ildefonso, pero en esta publicación solo me limitaré a hablar del primero. No solo lo conocimos in situ sino que  tuvimos una visita cual cirujanos a su interior  siendo los cirujanos jefes Juan Jesús y el restaurador del retablo Dionisio Olgoso Moreno.
Alumnos de la Asignatura Metodología para el Estudio de los Retablos en la tribuna de la Iglesia se San Juan de Dios con el Doctor Juan Jesús López-Guadalupe. Fotografía de Jose Antonio Díaz.

Ya en clase nos decía que este es un retablo que sigue el modelo que Herrera hiciera para el Escorial pero con modificaciones que hizo su tracista y autor el Jesuita  Francisco Díaz del Ribero ya se  nos ponía la miel en los labios al decirnos que es un retablo móvil, corto se quedó Juan Jesús, con sus indicaciones previas a la vista pues cuando pudimos contemplarlo nos quedamos  estupefactos una vez accedimos al “interior” del retablo. Un sencillo sistema de pedales y poleas hacen que se produzca el milagro y que gire el gran lienzo pintado por Pedro Atanasio Bocanegra el cual representó la Conversión de San Pablo, para que aparezca una escultura de Cristo Crucificado con dos relicarios, y que desaparezcan las cuatro
pinturas que componen el ciclo iconográfico y aparezcan los relicarios con huesos de Santos y Santas para su veneración. Pero junto a este momento de cambio, de nuevo descubrimiento y asombro de los fieles el mismo tabernáculo, centro del retablo, giraba “por sorpresa” dando lugar a la oculación de la Inmaculada y aparecer ante los fieles el mismo cuerpo de Cristo en la Sagrada Forma, un sistema de Cuerdas, poleas y pedales que hacían posible este "Sacro- Espectáculo". (En la fotografía en el interior del retablo, donde se aprecia el movimiento del cuadro central que corona el ático, en la imagen de la izquierda se aprecia el relicario que está junto a la imagen del Cristo en la cruz a la derecha apreciamos la pata del caballo que pintara Bocanegra en la Conversión de San Pablo).
Pero no solo ideó e inventó Francisco Díaz del Ribero estos sistemas de movimiento en el retablo que hoy día siguen usándose aunque ya no con el mismo fin de sorprender a los fieles sino más bien por conservación de los mismos, sino que inventó un sistemas de máquinas para abaratar costos como una gran gubia para realizar más ancanaladuras en la cornisa que hay separando los cuerpos, entre otras cosas, se usó también para abaratar costes como la reutilización de otras piezas que procedían del altar anterior a este como son unas columnas negras que hay en el tarbernáculo. 

Su restauración no solo permitió dar a conocer el sistema de pedales y poleas que componen esta maquina religiosa, sino que deparó alguna que otra sorpresa más como la aparición de una serie de firmas y fechas, unas inscripciones que ayudan más si cabe a datar el retablo en la fecha de 1620 aunque gracias a esta inscripción nos decía Juan Jesús que se cree se pudieron estar haciendo las piezas antes y luego se fueron encajando y junto a esta firma y fecha apareció el nombre del dorador en otra parte del retablo. (En la fotografía el sistema de pedales que ideado para hacer posible el movimiento del gran Cuadro central, junto a éste existen unos carriles que permiten que los dos cuadros que hay junto al mismo se desplacen hacia el interior del retablo para que tenga lugar la aparición de los grandes relicarios, por el contrario los cuadros en el cuerpo central del retablo se desplazarán hacia abajo para que también aparezcan los relicarios).
A día de hoy es muy difícil que una persona de pleno siglo XXI se sorprenda con estas cosas,  ya que vivimos en la era de la comunicación, de juego, de la cultura visual pero ya digo yo que sí que nos sorprendimos,  no solo por verlos girar sino por estar dentro del retablo y oír el ruido que esto provoca, y mira que nosotros eramos quienes sabíamos y veíamos como se movía, no quiero ni imaginarme quien lo viviera en el siglo XVII, con la única luz de las velas y el ruido que hace al girar. 

El retablo fue concedido como una maquina religiosa, una máquina del barroco la cual sorprendiera a los fieles mientras oraban, en una época en la cual el analfabetismo y el poder de la iglesia era mucho que se movieran “solos” los cuadros de un retablo y apareciesen reliquias o que girara el tabernáculo y apareciese la Sagrada Forma era como mínimo algo milagroso que se sucedía año tras año, ante la expectación de los fieles que asombrados no entendían como se producía tal hazaña.

(En la fotografía, interior del retablo, La Conversión de San Pablo, realizada por Pedro Atanasio Bocanegra, las columnas salomónicas y el anclaje del propio retablo al muro del testero de la iglesia)

Realmente puedo decir que fue una experiencia maravillosa el entrar al retablo, el conocerlo por dentro y estoy totalmente de acuerdo con Juan Jesús cuando dice que mediante una diapositiva no se conocen las obras, pues una diapositiva, una fotografía , las cuales os muestro en esta publicación, no os provocarán nunca la sensación que tuvimos al estar a esa altura, viendo la iglesia a nuestros pies, y escuchando el crujir de una maquina del siglo XVII. Fue una experiencia inolvidable.



Venancio Galán Cortés


2 comentarios:

  1. Saludos Venancio, realmente me quedo asombrado por esta entrada sobre este precioso retablo. Interesantísimos detalles que nos ofreces; y es que no quedaba otra en esos siglos, la catequisis tenía que entrar por la vista, dado el nivel de analfabetismo que existia.
    Gran post.
    Un saludo.
    Julio Amigo.

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    1. Muchas Gracias Julio, fue un privilegio no solo ir con el restaurador sino también ir con Juan Jesús, un gran experto en la materia. Nos seguimos en nuestros respectivos blog

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